EL MISMO ERROR

Calibrando el “debo” y el “merezco”,
puestos a volver la vista atrás,
debería estar, por lo primero,
muerto y enterrado en un fangal.

Merecer, merezco lo que duela,
poco más que eso pude dar.
Vivo con los pies en la cabeza,
como lo que dejas al pisar.

Soy una cuchilla en la bañera,
el casquillo de una bala
que, yo mismo, hice estallar.
Soy una excepción en la vileza
porque lloro al depredar.

Vuelvo a las cenizas del incendio
con la obstinación de un bumerán.
Busco otra persona en los espejos,
tengo el cuello roto de girar.

Soy una…
y no sé huir

de aquel invierno de los platos rotos,
las peleas,
los cuchillos en la mano,
los muñecos sin cabeza;
de la tarde en que lograste
adivinar la contraseña,
de tus lágrimas llenándome
la mano de vergüenza.
¿Quién me viene a dar ahora
una explicación honesta?
¿Quién da cuerda a este reloj
que está parado en mi cabeza?
Si, por más que veo la sangre erupcionar,
no me doblega…
Siempre vuelvo a mismo error.
Siempre vuelvo a mismo error.