DUDAS Y PRECIPICIOS

Necesitaba algún lugar,
tú me ponías un café.
“¿Qué tal te va con ese rollo
de escribir?”

Ya ves, tirando por tirar…
No tengo mucho que perder.
¿Qué hay de lo tuyo?

“No me va mejor que a ti.
¿No fumas mucho? “Pues igual…
De algo tendré que envejecer.
Ni a ti ni a mi nos va a engordar
el porvenir”

Y así, hablando por hablar,
hablé de más y me enganché
a la tristeza que exhibías
para mí.

Llena de dudas y precipicios,
lágrimas secas.
Tápate los oídos, cariño,
para gritar.

Sabes que sólo será un descuido,
no le des vueltas.
Este pecado tiene muy poco
de original.

“Yo me hago mucho de rogar
y, aunque lo estás haciendo bien,
te sobra un poco
de ternura de postín.

Que a mí el azúcar me va mal
y no me quiero entretener,
hace ya tiempo que ensayé
el final feliz”

“Aquí nadie habla de un final,
sólo se trata de entender
que de este cargo
ya no puedo dimitir”

Y así, jugando por jugar,
jugué de más y me enganché
como un pendiente
atrapado en tu nariz